El problema

Las enfermedades que sufren principalmente las personas pobres no son objetivos de lucro para las compañías farmacéuticas, que obtienen ganancias atractivas con medicamentos para enfermedades de personas pudientes. Existen pocas, o incluso no existen, buenas opciones de tratamiento para enfermedades como la malaria, la tuberculosis, la esquistosomiasis, la leishmaniasis, el dengue o el ébola, a pesar de que estas enfermedades afectan a millones.

Los nuevos medicamentos a menudo se venden a precios que la mayoría de las personas no pueden pagar. Este problema es irritante porque los costes reales de fabricación son generalmente bastante bajos. No obstante, las empresas pueden cobrar mucho más porque sus patentes las protegen de la competencia. Permitir que las empresas cobren tanto por nuevos medicamentos a menudo se justifica por la necesidad de alentar a esas empresas a asumir los altos riesgos y costes del desarrollo de medicamentos. Aún así, es difícil aceptar que muchos sufran y mueran por falta de acceso a medicamentos que pueden producirse en masa de manera bastante económica.

Necesitamos una mejor forma de pagar por la innovación, una que proporcione incentivos más fuertes para abordar las enfermedades concentradas en las poblaciones pobres y desvincule el precio de los nuevos medicamentos de los costes fijos de investigación y desarrollo.